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Otra vez “la hora de la espada”

Eduardo J. Vior

Ante el cambio de gobierno en Argentina, el terrorismo narco derrocó a Morales en Bolivia, mientras Piñera da un autogolpe. ¿Tras la liberación de Lula sigue Brasil? El cerco se cierra.

Por Eduardo J. Vior

En su famoso discurso de 1923 Leopoldo Lugones proclamó el advenimiento de “la hora de la espada”. Innumerables golpes de estado y asonadas se sucedieron hasta 1983, de los cuales los de 1955 y 1976 fueron los peores. Ambos fueron preparados por los servicios británicos y norteamericanos mediante asaltos autoritarios en los países vecinos. Ahora se repite la historia. Ante el cercano advenimiento de un gobierno nacional y popular en Argentina, con la ayuda de los gorilas brasileños Estados Unidos está cerrando el cerco alrededor de Argentina.

Este negro domingo 10, después de que las bandas “cívicas” de Santa Cruz asolaran La Paz durante dos días con atentados terroristas, el presidente Evo Morales Ayma presentó la renuncia. Ante la sublevación de la Policía Nacional y la “abstinencia” del Ejército, el día antes había acatado la recomendación de la OEA y convocado a repetir la elección presidencial ya realizada el 20 de octubre pasado.

En realidad, las denuncias por fraude fueron desde el inicio una excusa para el golpe de estado. La radicalización opositora fue empujada por los “comités cívicos” de Santa Cruz, milicias organizadas por los terratenientes sojeros del Oriente, muchos de ellos brasileños con sólidos vínculos con el narcotráfico. Su líder es Luis Fernando Camacho, de 40 años, hijo de la elite cruceña y desconocido hasta el inicio del conflicto, quien marcó el ritmo, hasta entrar este domingo en el Palacio Quemado.

En este contexto, la defección de la policía y la falsa “neutralidad” de los militares invalidaron el apoyo de los movimientos sociales del campo y la ciudad. La hegemonía de los “cívicos” cruceños permite prever la erección de una dictadura terrorista, con masivas violaciones de los derechos humanos, especialmente de los pueblos indígenas, campesinos y trabajadores. Frente al odio racial y clasista de los narcosojeros no habrá “moderación” que valga.

En Brasil, en tanto, la ejecución del “golpe en el golpe” se da por etapas. La alegría por la liberación de Lula no puede ocultar la puja entre la familia Bolsonaro y el alto mando militar por el liderazgo de una nueva fase de represión, persecuciones y entrega del patrimonio nacional. La liberación del líder petista parece desconcertante, porque el Supremo Tribunal Federal (STF) es el mismo que ha legitimado la conspiración desde 2014, hasta ahora sigue avanzando la entrega de la economía brasileña, se intensifica el control militar sobre la información y las comunicaciones, la oposición parlamentaria y mediática calla, el alineamiento ciego con EE.UU. e Israel permanece invariado y el obtuso discurso reaccionario sigue dando el tono del régimen.

Si se acuerda con esta caracterización, es preciso inferir que Lula salió de la prisión por voluntad de las fuerzas dominantes

¿Para qué? Lula fuera de la prisión sirve para justificar todas las idioteces de la prensa oficialista. Se lo puede responsabilizar por todo y culpar por la “inestabilidad” que acarrearía para la política y la economía. Probablemente, la derecha utilice su liberación también como pretexto, para endurecer la legislación represiva y poner un cerrojo a la postulación de candidaturas, si no, directamente, para suspender los derechos constitucionales.

No obstante, como en todo partido de fútbol participan dos equipos, este juego de Estado Mayor puede fracasar por la genialidad del líder del PT. Basta con que la semana próxima, cuando Putin y Xi estén en Brasil para la reunión del BRICS, se dé una reunión confidencial sin micrófonos, para que el rehén se convierta en captor. La próxima elección a la presidencia del PT indicará qué estrategia lleva las de ganar.

También en Chile asoma un cerramiento del régimen, en este caso mediante un autogolpe del presidente Sebastián Piñera

Después de tres semanas de alzamiento popular contra el neoliberalismo y de reclamos por un referendo para una Asamblea Constituyente que sustituya la Constitución dictatorial de 1980 por una democrática y social, el mandatario anunció el jueves 7 el endurecimiento de la legislación represiva y el sábado 9 envió al Congreso un proyecto de reforma parcial de la Constitución vigente, para incluir en ella algunas concesiones caritativas.

Después de una larga fase de titubeo el presidente parece ahora decidido a encarar reformas cosméticas, mientras agudiza la represión. Aunque las manifestaciones de protesta mantienen su masividad, la carencia de legitimidad de las fuerzas opositoras y la falta de un liderazgo alternativo inteligente prolongan la indefinición. Considerando la agudización de la crisis económica y social, agravada por la inestabilidad política, y la ofensiva reaccionaria en la región, es previsible que pronto llegue la hora de las decisiones.

A diferencia del Planalto, el gobierno de Donald Trump se comportó de manera profesional ante el triunfo electoral del Frente de Todos

No solamente el mandatario norteamericano llamó al presidente electo Alberto Fernández el viernes 1º, pocas horas antes de que éste viajara a México, sino que el embajador Edward Prado se reunió este viernes 8 con Sergio Massa y Jorge Argüello junto con congresistas republicanos. En México, Fernández se fotografió con Mauricio Claver, un abogado cubano anticastrista que en el Consejo de Seguridad Nacional es responsable para el Hemisferio Occidental. Es decir, asesora directamente a Trump en los temas de la región. Además, dato clave, viene de representar a EE.UU. en el FMI. AF mantuvo en México también, se sabe, una reunión secreta con un ignoto enviado del Departamento de Estado.

Sergio Massa había visitado Estados Unidos veinte días antes de las elecciones. El tigrense tiene desde hace tiempo como asesor en temas de seguridad a Rudy Giuliani, el ex alcalde neoyorquino que ahora es abogado personal de Trump, un vínculo importante con la Casa Blanca. El dirigente renovador dio una charla en el Wilson Center pero, principalmente, se reunió en forma reservada con funcionarios del Departamento de Estado y del Tesoro, ansiosos de pistas sobre el próximo gobierno.

Massa y Argüello expusieron el viernes sobre la necesidad de la continuidad de las inversiones norteamericanas en el país y buscaron ganar el apoyo de los representantes norteamericanos ante el FMI.

Sin embargo, el golpe en Bolivia y la desdolarización de las tarifas de los servicios públicos pronto van a agriar el idilio. El próximo gobierno argentino va a adoptar una firme defensa de la democracia y los derechos humanos, va a recibir a exiliados bolivianos e insistir en la necesidad de una salida pacífica en Venezuela.

Al mismo tiempo, si quiere contener el flagelo del narcotráfico, se enfrentará a la mafia internacional enquistada en el Planalto y a la DEA. Asimismo, la “reperfilación” de la deuda va a dejar a algún herido por el camino. Finalmente, el forzoso cumplimiento de los acuerdos de cooperación estratégica con China va a chocar con los intereses de EE.UU. Éstos lo saben. Por eso ya cierran el cerco en torno a Argentina que deberemos romper con astucia y constancia.

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