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La liberalización de los cementerios

EE.UU., Gran Bretaña y otros países festejan el relajamiento del aislamiento y la distancia social, mientras los expertos temen una segunda onda de contagios

por Eduardo J. Vior

Eduardo J. Vior

Cuando este miércoles 6 el presidente Donald Trump rechazó en Phoenix, Arizona, ponerse un tapabocas, antes de entrar a visitar una fábrica de máscaras faciales, no obstante los 25.000 nuevos infectados y 2.000 muertos, comenzó oficialmente el “retorno a la normalidad”. En muchos países grandes empresas, medios y políticos están forzando el aflojamiento del aislamiento social obligatorio con el argumento de que hay que retomar la “normalidad” económica. Y en todas partes el resultado es el mismo: apenas se distienden los controles, crece el número de infectados y fallecidos por el Covid-19. ¿A quién sirve esta inducción al suicidio colectivo? Solamente a quienes mercan con el caos.

EE.UU. tiene más de 70.000 muertos y 1,2 millones de infectados, mientras que el Reino Unido va ganando el campeonato europeo con 29.000 muertos y el conjunto de Europa supera los 140.000. Ante estas cifras, epidemiólogs e infectólogos de todos los colores están advirtiendo a viva voz que se aproxima una segunda ola de infecciones que obligaría a los gobiernos a reimplantar bruscamente los controles y limitaciones.

Las autoridades alemanas ya están elaborando planes para manejar un resurgimiento de la pandemia. Por su parte, expertos italianos están urgiendo, para que se identifique tempranamente a las y los nuevos contagiados y se trace su red de contactos y el gobierno francés, que todavía no aflojó el aislamiento, ha preparado un “plan de reconfinamiento” para prevenir una segunda onda de contagios. “Tenemos la certeza de que habrá una segunda ola, pero no sabemos de qué dimensiones, dice Olivier Schwartz, virólogo del Instituto Pasteur, de Francia.

En los Estados Unidos, en tanto, donde la mitad de los estados está relajando las prohibiciones, los sanitaristas están sumamente preocupados. La mayoría de los distritos aún no está implementando los testeos masivos indispensables, para detectar y contener nuevos focos de contagio. Muchos gobernadores, también, se han apresurado a permitir la circulación de personas y bienes, sin que hayan pasado los 14 días continuados de descenso en el número de contagios, como exige el protocolo del gobierno federal.

En la Ciudad de Nueva York, que ha logrado reducir sustancialmente la cifra de muertos, el alcalde Bill de Blasio advirtió que muchos estados están retornando demasiado rápido al trabajo. En las últimas semanas la infección se está extendiendo a áreas rurales que, por su aislamiento, son muy difíciles de atender. En Iowa y Missouri, por ejemplo, el número de contagiados aumenta, mientras que sus gobernadores arriesgan la reapertura. En Georgia, Tennessee y Texas, a su vez, la pandemia va y viene, pero no remite claramente.

Los expertos temen especialmente la reapertura de los bares, el reinicio de las actividades deportivas y los recitales musicales con sus enormes aglomeraciones. Si se produce un recrudecimiento de la pandemia, se requerirá una enérgica represión para que esa gente vuelva a sus casas.

Según estimaciones de investigadores de la Universidad Johns Hopkins, en todo el mundo se han infectado más de 3,6 millones de personas, mientras que unas 250 mil habrían muerto, pero los especialistas consideran que ese número subestima las dimensiones de la catástrofe. Otros dos estudios recientes, por el contrario, predicen un severo recrudecimiento del brote de Covid-19 en Estados Unidos. Por un lado, un informe preliminar elaborado por la Agencia Federal para el Manejo de Emergencias pronostica que las muertes diarias por coronavirus en el país aumentarían a 3.000 por día para el 1º de junio, o sea un incremento del 70% sobre la cifra actual. De forma separada, el Instituto de Medición y Evaluación Sanitaria de la Universidad de Washington estima que el número de fallecimientos llegará a alrededor de 135.000 en agosto, más del doble de la predicción previa del mismo instituto.

No obstante este escenario catastrófico, sin alterarse Trump explicó el martes a David Muir, del canal ABC, que «es posible que haya algunas muertes», como consecuencia de que muchos estados de la Unión están relajando las restricciones a la circulación, y afirmó con dura franqueza que éste es el camino elegido por EE.UU. para reabrir su economía. Por el contrario, en un juego de yo-yo característico de su discurso, al día siguiente sostuvo ante los periodistas en la Casa Blanca que la epidemia de coronavirus «es peor que Pearl Harbor. Es peor que el [ataque al] World Trade Center. Y nunca debería haber sucedido», dijo.

Asimismo, elogió la labor del grupo de trabajo de la Casa Blanca sobre el coronavirus e informó que va a conservar el organismo. «No tenía idea de cuán popular es el grupo de trabajo hasta ayer, cuando comencé a hablar sobre la liquidación […]. Es apreciado por el público», dijo Trump. Es que entre lunes y martes trascendió a los medios que funcionarios de su gobierno habían informado a miembros del grupo que durante mayo sus tareas se irían repartiendo entre las dependencias regulares del Estado. El equipo fue formado en febrero pasado y puesto bajo la coordinación del vicepresidente Mike Pence. Sin embargo, -de acuerdo a fuentes internas- en el último tiempo las reuniones se fueron espaciando y haciéndose más breves. Sus figuras principales, los inmunólogos Deborah Birx y Anthony Fauci, aún concurren diariamente a la Casa Blanca, pero los demás especialistas poco a poco están retornando a sus actividades públicas o privadas.

La tropa presidencial quiere sacar ventaja del confinamiento forzoso de su competidor demócrata, Joe Biden, para reanudar las recorridas del jefe de Estado por todo el país, aprovechando la cobertura mediática, presentándolo así como el único líder en condiciones de vencer a la pandemia y poner la economía nuevamente en marcha. Se espera que al final de esta semana el gabinete difunda nuevas medidas impositivas y cambios administrativos, para reactivar la economía.

En Europa, entre tanto, el gobierno británico informó que hasta ahora 29.400 enfermos de Covid-19 han muerto en hospitales y otras instalaciones sanitarias, mientras que Italia comunicó una cifra total de 29.300 casos fatales. Al mismo tiempo la pandemia se está expandiendo ahora hacia países muy pobres y golpeados por guerras, catástrofes naturales y de otro tipo en el Sur global como Afganistán, Somalia y Yemen. La llegada de los contagios a esas latitudes significa un desastre de dimensiones mundiales.

Esta pandemia no sólo está poniendo a prueba a los gobiernos, los sistemas de salud, las instituciones de asistencia social y la propia cultura solidaria de los pueblos, sino que implica un test para el liderazgo mundial. No obstante, el desastre no supone necesariamente que la salida vaya a ser democrática y solidaria. Hay demasiados intereses de minorías ultrarricas, odiadoras y racistas en que reine el caos, porque el caos sería la antesala perfecta para la dictadura fascista universal en nombre de la Libertad …de los cementerios. Y esas minorías rechazan la vida.

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