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El polvorín en el que también estamos

La calificación de Hizbolá como grupo terrorista ha extendido a nuestras costas el riesgo de guerra que vive Oriente Medio

por Eduardo J. Vior

Eduardo J. Vior

En tanto Donald Trump dosifica el aumento de la presión sobre Irán, para renegociar ventajosamente el acuerdo nuclear de 2015, su secretario de Estado, Mike Pompeo, no ceja en su intento por agudizar el conflicto con los persas, para favorecer la reelección de su aliado Benyamin Netanyahu. Por su parte, acorde con la agresividad de su nuevo primer ministro Boris Johnson, Gran Bretaña reclama una flotilla europea, para acompañar los buques por el Estrecho de Ormuz, después de que Irán capturara el viernes 19 un petrolero británico que se conducía peligrosamente en esas aguas hipertransitadas.

Preventivamente, la República Islámica ha organizado el llamado “Eje de la Resistencia”, que abarca Irán, sectores de Irak, Siria, el partido libanés Hizbolá, Hamás en Gaza y al movimiento hutí en Yemen, y promete incendiar toda la región en caso de ser atacada. En este contexto tan peligroso la decisión del presidente Macri de proscribir a Hizbolá como organización terrorista involucra a Argentina en un conflicto lejano en el que no tiene nada que ganar y mucho que perder.

Aunque Teherán ya había asegurado que no dejaría sin respuesta el secuestro por la Marina británica del petrolero iraní Grace 1 en el Estrecho de Gibraltar el pasado 4 de julio, la retención del petrolero británico Stena Impero el pasado viernes 19 en el Estrecho de Ormuz se hizo porque infringió varias normas internacionales. El buque apagó su localizador GPS, se apartó del carril de entrada y tenía una fuga de petróleo. Hay que recordar que la vía acuática tiene un ancho máximo de 95 km, que los buques que lo transitan deben hacerlo a través de las aguas territoriales de Irán y Omán (22 km cada uno) y que deben respetar estrictamente el carril de entrada o de salida (cada uno de 4 km, separados por otros 4). Cualquier transgresión es sancionada por alguno de ambos países.

El secretario de Relaciones Exteriores del Reino Unido, Jeremy Hunt, calificó la medida iraní de «piratería estatal» y pidió «una misión de protección marítima liderada por Europa» para garantizar el paso seguro a través del estrecho. Sin embargo, matizó que Londres no se uniría a la política de máxima presión de EE.UU. hacia Irán, porque sigue «comprometido con preservar el acuerdo nuclear iraní«. No obstante, la Armada británica es demasiado pequeña para defender los intereses del país, admitió este sábado el ministro de Defensa Tobias Ellwood. En tanto, una fuente de ese mismo ministerio reveló que el buque de guerra HMS Montrose intentó impedir que la Guardia Revolucionaria de Irán incautara el petrolero Stena Impero, pero llegó tarde.

Signo de los tiempos que corren, Mike Pompeo declaró el lunes 22 en Fox News que el Reino Unido debe asumir solo la responsabilidad de proteger sus buques en el Golfo. De este modo expresó el desagrado de Washington por la insistencia de Londres en respetar junto con Alemania, Francia, Rusia y China la vigencia del acuerdo nuclear con Irán de 2015.

A su vez, en una columna en HispanTV, el analista Aleksander Nagi se refirió al discurso que el secretario general del Movimiento de Resistencia Islámica de El Líbano (Hizbolá), Seyed Hasan Nasralá, dio el día 12 de julio de 2019 conmemorando el inicio, en 2006, de la invasión israelí de 33 días a Líbano en la que la Fuerza de Defensa de Israel (IDF, por su nombre en inglés) sufrió la peor derrota de su historia. Con la credibilidad que le da que su liderazgo haya surgido de la resistencia y su capacidad de compromiso para mantener en Líbano un gobierno de amplia coalición, en una entrevista que dio el domingo a la TV iraní Seyed Nasralá avisó a las dirigencias de Israel, de las monarquías del Golfo y a Donald Trump que, en caso de agresión, Hizbolá está en condiciones de bombardear todo el territorio israelí, especialmente su núcleo productivo en el centro del país. En caso de ataque a Irán el Eje de la Resistencia “hará estallar la zona” es el mensaje que dejó el líder de Hizbolá.

La zona está bailando sobre un polvorín. Todos los actores son conscientes de la gravedad de este juego de ruleta rusa. El escalamiento aparenta ser el factor común, pero los que pueden soportar la guerra (EE.UU., Rusia, China e Irán) no la quieren y los que la quieren (Israel, Saudiarabia, los Emiratos y Bajrein) no la soportarían.

Donald Trump quiere desescalar, pero no puede retractarse de su salida del acuerdo nuclear entre Irán y el Grupo 5+1 ni puede librarse de la presión israelí, para que ataque a Hizbolá, a los rebeldes hutí en Yemen, ahogue a Gaza y exija a Irán destruir sus cohetes de alcance medio y largo, lo que Teherán nunca concederá.

Por ahora queda la diplomacia agresiva de EE.UU. por un lado e Irán por el otro. En el medio están los europeos, que han tratado de hacer la vista gorda incumpliendo su parte del acuerdo 5+1, aguantando por un lado la humillación y el maltrato del presidente Trump, y, por el otro, tratando de mantener a Irán dentro del acuerdo con compromisos espurios en los que Trump no pierde la cara y el europeo no arriesga su credibilidad. Todo indica que el porcentaje del enriquecimiento de uranio va a ser la moneda de cambio con la cual Irán liberará la venta de su crudo: más barriles de crudo autorizados por menos porcentaje de enriquecimiento, pero hasta que se pongan de acuerdo subsistirá el riesgo de que un movimiento mal calculado en el Golfo haga estallar el polvorín.

En estas condiciones no tiene ningún sentido que Mauricio Macri haya cedido a la presión norteamericano-israelí y declarara a Hizbolá “organización terrorista”. Para ello no se presentó ninguna otra prueba que informes de la inteligencia de ambos países que desde hace 25 años lo afirman. Tampoco hay ninguna evidencia de que la organización libanesa haya participado en los atentados de 1992 y 1994 en Buenos Aires. Para Washington la proscripción es una carta más en el póker de Medio Oriente. Para Israel, en tanto, es una herramienta más, para afirmar su control del tráfico de drogas y armas por las Tres Fronteras. Para la gran colectividad sirio-libanesa que vive en Argentina, en tanto, se trata de una amenaza colectiva y de un serio peligro para las importantes relaciones argentino-libanesas. Finalmente, para los desbocados servicios de inteligencia argentinos esta persecución representa una carta blanca, para realizar cualquier atentado de falsa bandera. Por un puñado de dólares Macri nos conduce al infierno.

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