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El mapa y el territorio: una larga historia de la dignidad latinoamericana

Alma Rodriguez

Hay un libro de Eduardo Galeano que recopila una serie de artículos que resultan claramente vigentes para los hechos que transcurren en todo Latinoamérica por estos días y que sirven para echar luz sobre los acontecimientos recientes.

Por Alma Rodríguez

Uno de los artículos lleva como título “El coro” y comienza diciendo: “Los de arriba, copiones de los de afuera, desprecian a los de abajo y adentro: el pueblo es el coro del héroe”. Más adelante agrega:  “Poco o ningún espacio ocupa, en los textos que enseñan el pasado americano, las rebeliones indígenas, que fueron continuas desde 1493, y las rebeliones negras también desde que Europa realizó la hazaña de establecer la esclavitud hereditaria en América.  Para los usurpadores de la memoria, para los ladrones de la palabra, esta larga historia de la dignidad no es más que una sucesión de actos de mala conducta.”

En ese mismo libro, hay otro texto muy pequeño que cuenta la historia de un Dios que, preocupado por América Latina, manda a un «ángel funcionario del más allá» a que le prepare un informe acerca de la situación por estos pagos. Cuando éste consulta el mapa se da cuenta de que América Latina ocupa menos espacio que Estados Unidos y Canadá y que la mismísima Europa. También descubre que la historia oficial no coincide con lo que ve desde su perspectiva.

Por estos días en los que en Latinoamérica estamos transitando la ruta de un pasado que no prescribió, evidentemente, se está llevando a cabo una lucha no sólo por el mapa, sino por el territorio que implica, entre miles de cuestiones, ver de qué manera se impone, de una vez por todas, la historia de los pueblos que, como se sabe, casi nunca coincide con la historia oficial.

Mucha es la cantidad de información que circula a cada hora sobre lo que ocurre en el Estado plurinacional de Bolivia, información que nos llega de manera estrepitosa, desordenada, casi anárquica y sin procesar. Masacres humanas, disparos a quemarropa, tiroteos, imágenes de tortura a hombres, mujeres, niños y niñas, gritos, acechos a viviendas y poblaciones enteras (las imágenes de Cochabamba del viernes fueron unas de las más escalofriantes de los últimos tiempos).

Es que la lucha por el territorio en Latinoamérica no es producto de la pobreza sino de la mala distribución de la riqueza, que tanto en Chile como en Bolivia se traduce en odio y resentimiento de clases así como en la apropiación de los recursos naturales y la disputa por los medios de producción

Aquello que a lo largo de estos últimos cuatro años, en nuestro país, fue bautizado con el nombre de “grieta” (que no es más que una histórica lucha entre peronismo/ anti peronismo y/o imperialismo / antiimperialismo y así sucesivamente) en Bolivia se traduce en desterritorialización y golpe de Estado. Porque allá el odio de clases no se manifiesta en almuerzos conducidos por señoras paquetas y que son televisados semanalmente o en bizarros programas de supuesto periodismo de opinión sino que se juega de manera sangrienta en las calles y en el manejo de las instituciones que, a su vez, se ve traducido a escalas de violencia “nivel dios”.

Por lo pronto, desde acá, parecería ser que desde el Norte imperial hay quien está jugando a ese antiguo distractor llamado “buscaminas” y del que, por ahora, venimos zafando. En este contexto continental, el posicionamiento de Alberto Fernández con respecto a la situación en Bolivia generó mucha alegría y una sensación de alivio a quienes el 27 de octubre pasado apostamos a recuperar un proyecto nacional y popular mejorado y aumentado. En consecuencia, será clave la política exterior que adopten les Fernández a partir del 10 de diciembre cuando se pronuncien no sólo como gobierno sino como Estado en cuanto al manejo de relaciones diplomáticas con dos países como Chile y Bolivia que, además de ser hermanos latinoamericanos, son territorios limítrofes con todo lo que eso conlleva.

En cuanto a quienes estamos de este lado y al sur del Altiplano, ayer se manifestó una enorme cantidad de gente en Plaza de Mayo en apoyo a Evo Morales y en repudio al golpe de Estado en Bolivia

Miles de representantes de la colectividad boliviana en Argentina así como varias agrupaciones y movimientos sociales y artistas se sumaron a esta convocatoria. En principio, las condiciones estuvieron dadas como para recibir y abrazar la voz de Evo transmitida por una llamada desde México así como la lectura de un documento que deja sentado precedente en relación al tema.

Una de los gritos que más se escuchó en la marcha fue Jallalla! Jallalla es una expresión proveniente del quechua aymara que significa algo así como “lo que nosotros estamos haciendo y diciendo en estos momentos se va a concretar y no se va a concretar solamente por decirlo, sino porque nosotros vamos a trabajar para que así sea, todo el universo va a confiar para que así sea, porque nuestros ancestros no murieron en vano”.

Jallalla es una expresión colectiva que lleva consigo la esperanza y el deseo de que lo pedido se cumpla. El grito de Jallalla es una parte importante de la identidad del pueblo que conforma el Estado plurinacional de Bolivia. Pero también identifica a parte de nuestro territorio.

Es por eso que hoy más que nunca decimos: Jallalla, Evo! Jallalla, Latinoamérica! Jallalla porque el mapa, el territorio y la historia algún día serán nuestros

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