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El globalismo contraataca en toda la línea

Después del preacuerdo UE-Mercosur, globalistas y conservadores se reparten el poder sobre la Unión Europea y avanzan contra Vladimir Putin y Donald Trump

por Eduardo J. Vior

Eduardo J. Vior

Se equivocó quien pensó que el anuncio del preacuerdo de libre comercio entre la Unión Europea (UE) y el Mercosur, el jueves pasado, era un hecho aislado. En una verdadera contraofensiva general de las fuerzas globalistas acaudilladas por la Banca Rothschild, este martes 2 se anunció la postulación de Christine Lagarde para la presidencia del Banco Central Europeo (BCE), de la ministra de Defensa alemana Ursula von der Leyen para la presidencia de la Comisión Europea (el órgano de gobierno de la UE) y del primer ministro belga Charles Michel para la presidencia del Consejo Europeo, que congrega a los jefes de estado y de gobierno de los todavía 28 miembros del bloque. Donald Trump y Vladimir Putin aún no acusaron recibo de la salva de artillería que recibieron, pero seguramente ya la resintieron.

Desde su cuenta de Twitter Christine Lagarde anunció que abandonará su cargo al frente del Fondo Monetario Internacional (FMI), luego de haber sido propuesta para presidir el Banco Central Europeo (BCE) tras la finalización del mandato de Mario Draghi a fin del octubre venidero. «Me siento honrada de haber sido nominada para la Presidencia del BCE», publicó Lagarde. A su vez, explicó: «En vista de esto, y en consulta con el Comité de Ética del Directorio Ejecutivo del FMI, he decidido renunciar temporalmente a mis responsabilidades como directora gerente del FMI durante el período de nominación«. En caso de confirmarse su nombramiento, Lagarde sería la primera mujer en ocupar el cargo. Sin embargo, su nominación aún debe ser aprobada por el Consejo de la UE, la Eurocámara y el Consejo de Gobierno del BCE.

Nacida en París en 1956 en el seno de una familia de la alta burguesía de tradición liberal, Lagarde tuvo una formación jurídica excepcional y llegó, como primera mujer, a presidir la filial parisina del estudio Baker&McKenzie, para luego abrir en Bruselas el European Law Centre, división del mismo estudio que se ocupa de Derecho Comunitario. En 2005 fue designada viceministra de Comercio Exterior en el gabinete de Dominique De Villepin, más tarde ministra de Agricultura y Pesca en el primer gobierno de  François Fillon (en la presidencia de Nicolas Sarkozy) y, finalmente, ministra de Economía y Empleo en el segundo gobierno de Fillon. Desde junio de 2011 es la Directora General del FMI, cargo en el que sucedió –no casualmente- a Dominique Strauss-Kahn (quien fue desplazado por una falsa acusación de violencia sexual, después de haber propuesto una divisa alternativa al dólar).

Su nominación permitiría a Emmanuel Macron poner nuevamente a un francés en la presidencia del Banco (después Jean-Claude Trichet, entre 2003 y 2011) y tener a una mujer de su grupo en una de las principales posiciones de poder de la UE. Si bien la propuesta fue hecha por Macron, Lagarde es también muy estimada por Angela Merkel y los principales dirigentes demócrata cristianos alemanes.

Antes de dejar el cargo, Draghi todavía quiere volver a bajar las tasas de interés y dar una última ronda de compra de deudas estatales, para tratar de relanzar la inflación necesaria para incentivar el consumo de los europeos. Probablemente Lagarde siga este camino, aunque deberá superar la sempiterna resistencia de los conservadores en el BCE liderados por el presidente del Bundesbank, Jens Weidmann.

Hasta este último fin de semana tanto el alemán como su colega francés François Villeroy de Galhau eran los principales candidatos a la presidencia del BCE. Sin embargo, Weidmann, un conservador de la saga de Wolfgang Schäuble, el exministro de Finanzas y enemigo del salvataje de bancos auspiciado por Draghi, no pudo ganar el apoyo del establishment financiero, a pesar de que en las últimas semanas se pasó de bando.

Después de haber salvado la presidencia de Mauricio Macri y de haber sometido a las principales potencias emergentes, Lagarde es festejada por el círculo áureo del globalismo mundial como la conductora de la contraofensiva contra la división del mundo entre Estados Unidos, China y Rusia. Con el ampliado poder que da al BCE el preacuerdo con el Mercosur, Lagarde espera presidir la economía del 25% del PBI mundial. Con seguridad no se limitará a la política monetaria y financiera y sus intervenciones pueden afectar fuertemente la estructura económica del nuevo gigantesco bloque mundial.

La nominación de Lagarde y la postergación de Weidmann son partes de un complejo ajedrez que casi fractura el viernes pasado la reunión del Consejo Europeo.

Otra figura destacable que se posiciona como posible presidenta de la Comisión Europea es la ministra de Defensa alemana, la conservadora Ursula von der Leyen. Su sorpresiva candidatura, apoyada por Merkel y por diversos líderes de Europa Oriental, parece equilibrar la nominación de Lagarde y del liberal Charles Michel, primer ministro de Bélgica, para la presidencia del Consejo Europeo. Asimismo, el ministro español de Relaciones Exteriores, Josep Borrell, podría convertirse en el nuevo representante de Política Exterior de la UE. Este miércoles, finalmente, debería decidirse la elección del presidente del Parlamento Europeo (PE), el quinto cargo más importante de la Unión. Hasta último minuto se debatía, si el elegido sería el demócrata cristiano alemán Manfred Weber o el socialista búlgaro Sergei Stanishev.

La nueva conducción europea muestra un cierto equilibrio entre globalistas y conservadores, combinada con un neto retroceso de los nacionalistas como Italia o Hungría. Si Boris Johnson es electo primer ministro de Gran Bretaña, no tendrá más que recostarse en Donald Trump, para poder sobrellevar una salida “dura” de la Unión Europea. Éste último y Vladimir Putin, su interlocutor privilegiado, deberán a su vez afrontar dentro y fuera de sus fronteras una renovada arremetida globalista.

La nueva posición de Christine Lagarde y la configuración del poder europeo traen pésimas noticias para América del Sur, férreamente sometida por medios financieros, comerciales y por el crimen transnacional fomentado por el mismo poder que ahora encumbra a la “digna” dama de la aristocracia francesa. Sólo su unidad y un entramado de alianzas variadas pueden devolverle un poco de aire.

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