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El peronismo no perdió votos, los dispersó

Por Enrique de la Calle

 

La ola amarilla se extendió a buena parte del país, dándole un claro triunfo a Cambiemos a nivel nacional. Según un relevamiento del politólogo Andy Tow, publicado en la web de Página 12, el macrismo sacó 10,2 millones de votos a nivel nacional, es decir, 42%. Sumó casi 5 puntos en relación a las primarias. Si se tratara de una elección presidencial, Cambiemos hubiese ganado en primera vuelta ya que le sacó más de 10 puntos a la segunda fuerza, Unidad Ciudadana / Frente para la Victoria (UC / FPV).

¿Qué pasó con el peronismo? Más que perder votos, los dispersó entre diferentes fuerzas políticas. La principal fue Unidad Ciudadana / Frente para la Victoria, que sacó el 30,7% (7,4 millones de votos), según la caracterización propuesta por el politólogo. Sin embargo, vale una aclaración: en algunas provincias, como Chaco, ambas fuerzas fueron separadas: esa escisión permitió que Cambiemos se quedara con esa jurisdicción, aunque el Frente Chaco Merece Más y UC obtuvieron en total 9 puntos más que el macrismo.

Pero además el voto panperonista contó con el massismo, que sacó el 6% (1,4 millones de boletas), en su mayoría concentrado en Buenos Aires. Después, Andy Tow ubica como un tercer bloque al Frente Justicialista (La Rioja) / Unidad y Renovación (Salta) y Unión por Córdoba: sacaron en total el 5,6% (1,3 millones). Así las cosas: el panperonismo se quedó con el 42% de los votos. Después, hay fuerzas locales que sacaron 1,5 millones de boletas (6%); sobresalen tres casos que hasta hace poco participaban del armado del FPV: el frente Cívico de Santiago, el Movimiento Popular Neuquino y el Frente Chubut Para Todos (Das Neves).

En provincia de Buenos Aires el panorama está muy claro, por lo menos en la cuestión numérica (la política va por otro lado): Cristina + Sergio Massa + Florencio Randazzo superaron el 50% de los votos. En suelo bonaerense sigue persistiendo el voto panperonista con bastante estabilidad en el tiempo. Daniel Scioli sacó un número muy similar en 2011 cuando logró la gobernación por segunda vez consecutiva.

Visto en perspectiva, una primera conclusión podría ser la siguiente: Cambiemos logró atraer y consolidar al histórico voto más duro no peronista, en torno al 40% (antes radical, ahora macrista).

Por su parte, una segunda conclusión: la crisis peronista tiene menos que ver con la cantidad de votos que con cómo se organiza esa representación. La multiplicidad de liderazgos (¡muchos enfrentados entre sí!) da cuenta de fracturas en esa base social panperonista. Volvamos a PBA: el massismo y el randazzismo mantuvieron base electoral a pesar de la polarización y de que en el ítem senadores sólo dos fuerzas competían por los cargos («O Taiana o Gladys González»). Qué se quiere decir: que esos votantes panperonistas no estuvieron dispuestos a acompañar a la principal opción justicialista en Buenos Aires, a pesar de que podía perder. En Salta se dio un caso inverso, si se quiere: Juan Manuel Urtubey mostró un peronismo «republicano y moderno», cercano al macrismo. El resultado: su base social se quebró y su espacio político perdió con Cambiemos y empató con Unidad Ciudadana, de perfil más confrontativo.

Todos dilemas que el peronismo deberá resolver en dos años, si pretende volver a ser gobierno. Tal vez tenga los votos para hacerlo, pero debe construir (o reconstruir, si ya existe) el liderazgo que pueda lleva la tarea adelante.

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